Hace unos
días mataron a Juan. Lo mataron lentamente y él esquivó su destino durante años
durante una vida entera. Tenía sangre de pewén, hijo de la araucaria y del viento colándose entre los
yuyos de la toma. Creció en las calles polvorientas de la población La
Victoria, luchó en la calle brava, en la encrucijada penumbrosa de una
dictadura despiadada, sedienta de muerte, en todas sus formas y en todas sus
estructuras.
Murió en
las manos de los creadores de los dispositivos legales que alteraron el ADN que
constituyen las sociedades justas e hicieron
una cancha a su pinta, desplegaron la puesta en escena para asegurar que el
rico ganara siempre más y el pobre, siempre, pero siempre, menos.
Algoritmo
despiadado instalado a punta de miedo, de metralla en la frente, de catre
eléctrico, de padre desaparecido, de madre violada. A buen entendedor pocas palabras: así
cualquiera entiende lo que se debe obedecer.
Existen
tantas formas de morir y también existen tantas formas de matar. Juan tenía
cáncer, una enfermedad que no es completamente cubierta por nuestro sistema de
salud. La industria farmacológica ha avanzado mucho desde que la democracia y
sus promesas de alegría se instalaron en el poder. Muchos cánceres pueden ser
curados y muchos otros cuentan con fármacos que brindan sobrevida, o sea, alargan
la vida, retrasan la muerte que ante era inminente, pero eso es solo privilegio
para ricos, no para el Pueblo llano.
Ante la
opinión pública parece un atentado a la ética que los colegios tuvieran “ruletas”
para elegir al azar quien puede entrar a engrosar la filas del establecimiento
codiciado. Sistema funcional a una
reforma que quería asegurar el ingreso sin poner barreras.
Resulta
paradójico que el Pueblo anestesiado critique aquello pero no critique la “ruleta
de la vida”. Cada año el Ministerio de Salud, selecciona que enfermedades van a
ingresar a la Ley Ricarte Soto. Sí, es una ruleta, en donde algunos enfermos favorecidos ese año, saltan de alegría al ser beneficiados y otros mueren de pena al
saber que no tendrán tratamiento para sanar o para poder vivir algunos años más.
Bueno, así no más es. O tal vez no. Yo creo que no, que ya no, que basta.
En un país
con recursos disponibles, la metralla instalada en nuestra memoria, acata
despojada de lógica y apego a la vida, que los recursos sean para las fuerzas
armadas y no para nuestros hospitales. Donde los hospitales se transformen en bodegas y mall comercial delante de nuestros ojos.
Pagamos oficiales y no oncólogos, compramos armamento, pero no financiamos
sobrevida, financiamos ejercicios de enlace, pero no tratamientos integrales
para los pacientes.
Libramos una
guerra con un enemigo que nunca vemos, la financiamos, mientras se muere en
casa nuestra tía, nuestro padre, nuestro hermano.
Pero ya
hacen 30 años que la democracia enclenque, la que hemos aceptado como ovejas
ciegas y atemorizadas, se pasea por nuestras estrechas alamedas.
Juan
Lemuñir murió porque las armas del dictador le metieron una bala en su cuerpo.
Juan vivió con la dictadura en el cuerpo toda su vida, literalmente. Literalmente
vivió con la condena a muerte pegada al cuerpo, con los días contados. Tenía
cáncer pero por tener plomo en el cuerpo no podía hacerse una resonancia,
por lo tanto, no se podía actuar.
Su cuerpo
es una metáfora de cómo morimos, de cómo, de esa forma sofisticada , también el
Estado sigue matando. En su cuerpo se despliega el legado de una dictadura, la
misma que privatizó su salud y que contó
con la complicidad de una democracia pactada que aceptó y tranzó, que indolente
no se conmueve ante las mermas del stock, total, los compañeros en el poder
siempre podrán pagar la salud privada, el medicamente caro, dentro o fuera del
país.
Que
ResponderEliminarEste señor tenia una pequena constructora y ganaba dinero no estaba en la indigencia y fué concejal en Pedro Aguirre Cerda !tenía casa y vehiculo !
ResponderEliminarEstas tan equivocado si tenía un vehículo que compró cuando estaba completamente sano años atrás, fue concejal pero nunca vivió de eso siempre trabajo en algo más a parte del servicio público, nunca tuvo constructora y dime tú como puedes asegurar ir tenía dinero si sólo hablas desde la iignorancia de alguien que habla sólo porque tiene boca, Juan Luis desde que dejó de ser concejal trabajo igual que muchos apatronado, Lucho igual que muchos por tener lo que tenía, sin embargo murió luchando.
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